Miles de familias colombianas, en barrios, veredas y municipios, no saben si mañana tendrán algo para poner sobre la mesa. En medio de tantas necesidades, el Banco Arquidiocesano de Alimentos de Ibagué trabaja cada día para llevar esperanza en forma de alimento. Pero esta labor no se sostiene sola: necesita manos, corazones y tiempo. Necesita personas como tú.

Ser voluntario del Banco Arquidiocesano de Alimentos no es solo empacar mercados. Es ponerle rostro humano a la solidaridad. Es mirar a los ojos a una madre que vuelve a casa con algo para sus hijos. Es entender que mientras unos tiran comida, otros la esperan con fe. Por eso tu presencia, tu esfuerzo, tu compromiso puede marcar la diferencia real en la vida de otros.

Cada jornada de voluntariado es posible gracias a personas y comunidades que deciden sumar su fuerza al servicio de los demás. Por eso, desde el Banco Arquidiocesano de Alimentos de Ibagué, extendemos nuestro más sincero agradecimiento a los aliados que hicieron parte de la más reciente jornada solidaria.

Gracias a la Parroquia Santa Cruz del barrio Varsovia, al Grupo EMAÚS, al Movimiento Misionero Lazos de Amor Mariano y a la Fundación Salvando Vidas, por entregarse con generosidad, alegría y convicción.Su participación fue fundamental para que más familias pudieran recibir alimentos dignos y sentir que no están solas.

Ustedes representan el verdadero espíritu del voluntariado: servir desde la fe, con humildad y entrega. Gracias por recordarnos que cuando nos unimos como comunidad, somos capaces de transformar realidades.

 

Esta labor continúa, y seguimos necesitando más manos solidarias. A quienes aún no se han sumado, esta es la invitación: únete y haz parte de este movimiento que alimenta cuerpos, pero también esperanzas.

Porque el hambre no da espera… y el amor tampoco. ¡Gracias por ser parte de esta misión!

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